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lunes, 7 de noviembre de 2011

El cambio estacional.

Bruto y torpe muestras tus cataclismos cerebrales, tan codiciados por quienes no asumieron todavía su inexistente capacidad reflexiva. Las oscuras sanguijuelas tapan los ojos del que huye de errores. Saltas al precipicio de septiembre pero caes en el de noviembre. Cuando el frio otoño arrastra tu frágil existencia hacia un gélido escenario, tratas de agarrarte al calor y a penas arañas a una irreductible primavera que observa con arrogancia como eres engullido por otra estación. Te apagas cuando tus uñas dejan de ser uñas porque ya no sabes si huyes o si te dejas llevar, porque cada día que pasa es una tormenta que superar y el jodido invierno arrastra a un molestado otoño que te envuelve con la violencia de un posesivo manto gris.
Ahora desde las ruinas de tus ojeras, saboreas la hiel de la herida. Postrado en un banco del parque inmortalizas con la melancolía de tus sueños gastados; lo artificial de las palmaditas en la espalda y aquella canción de los Smiths que siempre te acompaña en los mejores momentos.

4 comentarios:

  1. :O Cuanta verdad. Compa me salió el suspiro, me encanta.

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  2. Eskerrik asko Miquiztli,recibe un abrazo hasta Mexico y cuidateme mucho.

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  3. Nos queda mucho invierno compañero para salir de esta "negra sombra" que describía Rosalía de Castro en su poéma, como dijo tu tocayo Chao próxima estación: Esperanza y no la de Madrid...

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  4. Eres grande amigo Tontxo, el camino está ahí y ahora solo falta recorrerlo con persistencia para no agotarnos, que aunque las cuatro estaciones siempre tengan el mismo nombre, cada año son diferentes. Un abrazo hasta Galiza, compa.

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