“¿Por
qué me duelen los ojos?
Porque
nunca los habías usado.
"¿Qué
es "real"? ¿Cómo defines "real"?
Si
hablas de lo que puedes sentir,
lo
que puedes oler, probar y ver,
lo "real" son impulsos eléctricos
que tu cerebro interpreta."
(MATRIX.
Larry y Andy Wachowski.)
Grité a la vez que
cerraba los ojos. Lancé un chillido como jamás antes lo había hecho, mientras,
en mi oscuridad esperaba sin decir agua
va, ser atacado por aquellos perros cuya furia se reflejaba en la espuma blanca
que afloraban sus fauces. Derramando inhumanos pensamientos, volví a cerrar los ojos con fuerza para
dejarlos así todo el tiempo.
¿Dónde me morderían
primero? ¿En cuantos segundos se me iba a ir la vida?
Sentí el miedo cabalgando
sobre mí. En cada bello y en cada milímetro cuadrado de mi piel la sensación de
pánico era tan descomunal que apenas podía gesticular movimiento alguno, la
percepción de lo que sospechaba evidente
me poseía, estaba completamente paralizado. Todo lo que me rodeaba y vivía en
ese instante era autentico espanto, extracto puro de un miedo recién extraído
del alambique de mi amígdala cerebral.
Los segundos pasaban, desconozco
el tiempo que permanecí contraído.
Me atreví a abrir los
ojos, primero uno y después el otro.
Esperando tener aquellas
fauces de espuma frente a mi cara, aquellos colmillos a punto de despedazarme encontré
la diferencia reflejada en mi retina, la otra cara de la moneda, la tierra
sembrada de letras, de alguna manera las que dejaron en el tintero aquellos que
desatendieron normas.
Desperté, sí pero ¿En qué
condición o contextura lo hice?
Ahí estaban algunos
mirándome; Charles el que nació para robar rosas de las avenidas de la muerte,
también Alejandra con sus excesos de noche y de silencio, mi amigo Tomás entonces
supuse, volvería a estar allí en su
esquina, con su saxofón. Y yo, que no
sabía si estaba recordando tiempos felices o todo era una ilusión, una
alucinación, quizás el anhelo del sueño que me robaron justo cuando fue todo tan
bonito.
Froté mis manos de arriba
abajo por mi cara resaltando sobre mis ojos con los dedos, como si quisiera
achinarlos. Era innegable, estaba despierto.
Mi controversia interior vino
marcada por las gaviotas que en mi sueño me sobrevolaron, pronto supe que no fueron
más que luces en un estado paliativo.
Qué horror de sueño.
Allí estaba la enfermera,
controlando mi despertar;
(Ella, sonriendo)-Bienvenido. Ha salido todo muy bien. ¿Cómo
te encuentras?-
(Yo, flipando)-Creo que me he pasado toda la prueba hundiéndome
sin parar en una turbia pesadilla, estoy un poco confuso, la verdad.-
(Ella)-Es normal, pero se te pasará. El radiofármaco permanecerá residualmente durante unos días
en la
barrera hematoencefálica. Tómate
tu tiempo aquí tumbado, cuando estés mejor puedes ir levantándote despacio. Pronto
podrás marchar. Te puedo traer un zumo si quieres.-
(Ella)-Ahora mismo te lo traigo.-
Y salió por la puerta,
dejándome a solas en aquella habitación con una ventana.
Con un poco de maña conseguí
quedarme sentado en la cama, mis pies no
llegaron a alcanzar el suelo, los miré y moví los dedos, pareciendo éstos
burlarse de mí.
Mantuve muy bien el
equilibrio. Localicé con la vista mi ropa, estaba encima de aquella mesita y debajo de ésta mis
zapatillas con los calcetines dentro, tal y como los había dejado al entrar a
la otra sala a media mañana.
Acercándome a la ventana
pensé en el sueño que había tenido. A veces es increíble las malas pasadas que
nos juega el cerebro, qué extraños son los sueños y qué reales algunos, pero
bueno, al fin y al cabo lo de ese día fue un sueño de esos que costará olvidar,
tan real que aún perduraba la sensación del fétido olor del aire en mi
garganta, qué asco.
Se me pasó por la cabeza
escribir un panfleto incendiario que hablara sobre él. Todo se andará.
Vuelvo a ser yo.
Qué bonito se ve todo por
la ventana, desde aquí veo el mar y las gaviotas, la tarde que hace invita a
pasear, ya lo creo que sí. Desconozco a qué altura estará esta planta, pero hay
buenas vistas.
Las jodidas manchas
negras de mis ojos no desaparecen ni por casualidad, con el azul del cielo se
destacan más, miodesopsias les llaman.
No puedo abrir la
ventana, el enganche parece estar atascado. Desde aquí puedo ver, a lo lejos,
la cafetería, me apetece tomar un helado de esos de turrón, ahora cuando salga
de aquí lo haré.
Un momento, creo que
olvidé pagar el café de esta mañana.
Mierda no puede ser.
Clavo la mirada, desde este lado del cristal, en algo que he vivido o ¿soñado?
Aquellos niños jugando a
la comba y aquel chico del banco ¿no es mi amigo Tomás?
Oigo ruido, creo que se
acerca la enfermera con el zumo.
TOC, TOC!!
(Yo, con gesto de incredulidad)-Adelante.-
La puerta se abre y allí
está ella otra vez, la niña de tez blanca y ojeras sujetando un zumo. Un
escalofrío me recorre el cuerpo. Voy a morir.
(Ella, mirándome
fijamente y con voz tenebrosa)-Señor,
traigo un zumo para usted. Mis amigos me han dicho si viene a jugar con
nosotros a la comba porque Tomás no puede hacerlo.-
En ese momento me da la
risa floja, no puedo evitar descojonarme. Me resulta muy original, verme en
pelotas embutido en una bata verde de hospital, simulando estar en Palamós,
cuando realmente estoy en el balneario abandonado de Markina, a veinte minutos
de la playa intentando rodar un corto de terror con una historia que escribí en
el año ciento treinta y cinco después de Lenin y mirando a Jaione a sus
veintinueve años haciéndose pasar por una cría de diez con su cara pintada de
blanco, hablándome mientras aguanta un vaso de agua que simula ser zumo, a Ion súper
serio grabando con la cámara y dándolo todo, a Sebas partiéndose la caja
aguantando un panel reflector y a Mónica sujetando un micrófono pértiga mirando
al suelo para no mearse de la risa.
(Mónica, floja de risa,
no puede terminar la frase)-Conozco
un bar en Ondarru….
(Ion, mirándome muy
serio)-Joder jambo, que solo nos
queda por grabar esto y la escena de cuando te vuelves a despertar.
(Jaione, deja el vaso
en el suelo y se agacha llorando de risa a más no poder)-Me he meado un poco.
Oímos ruidos en la planta de abajo y detrás de Jaione por la puerta del
cuarto del balneario abandonado donde nos encontramos, aparecen tres armarios
con patas que se muestran interesados en nosotr@s y en nuestros DNI´s.
Pero eso es otra historia…
es imposible no transportarse a tus historias al leerte..no hacerlas reales...
ResponderEliminarte espero en mi lado...
un saludo
Gracias Sh6y por hacerme un hueco.
ResponderEliminarUn abrazo para tí.
Jolín Manu, cómo me has engañado así? jajaja no me lo esperaba para nada.
ResponderEliminarCuando empezaba a esclarecerse todo, lo he leído varias veces porque no terminaba de pillar.
De primeras he pensado, pues no está la cosa para descojonarse, como vengan de nuevo los perros con baba blanca!
Ese es el toque, sorprender.
Un beso y buen fin de semana
Por cierto, voy muy atrasada con tus relatos, pero poco a poco me iré poniendo al día, que no me gusta perderme nada
ResponderEliminarTe daré una tregua,,jeje!!Te la mereces.
EliminarYo tengo muy pocos lectores y entre ellos te tengo a tí que te guardo mucho aprecio.
Que pases un buen fin de semana Imilce. Cuidateme mucho.
Bueno, yo siempre soy de cositas pequeñas, además siempre digo, mejor calidad que cantidad.
ResponderEliminar:)