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martes, 25 de septiembre de 2012

Isótopos Radioactivos (III).



“¿Por qué me duelen los ojos?
Porque nunca los habías usado.
"¿Qué es "real"? ¿Cómo defines "real"?
Si hablas de lo que puedes sentir,
lo que puedes oler, probar y ver,
 lo "real" son impulsos eléctricos que tu cerebro interpreta."
(MATRIX. Larry y Andy Wachowski.)

       Grité a la vez que cerraba los ojos. Lancé un chillido como jamás antes lo había hecho, mientras, en mi oscuridad esperaba sin decir agua va, ser atacado por aquellos perros cuya furia se reflejaba en la espuma blanca que afloraban sus fauces. Derramando inhumanos pensamientos,  volví a cerrar los ojos con fuerza para dejarlos así todo el tiempo.
¿Dónde me morderían primero? ¿En cuantos segundos se me iba a ir la vida?
Sentí el miedo cabalgando sobre mí. En cada bello y en cada milímetro cuadrado de mi piel la sensación de pánico era tan descomunal que apenas podía gesticular movimiento alguno, la percepción  de lo que sospechaba evidente me poseía, estaba completamente paralizado. Todo lo que me rodeaba y vivía en ese instante era autentico espanto, extracto puro de un miedo recién extraído del alambique de mi amígdala cerebral.
Los segundos pasaban, desconozco el tiempo que permanecí contraído.
Me atreví a abrir los ojos, primero uno y después el otro.
Esperando tener aquellas fauces de espuma frente a mi cara, aquellos colmillos a punto de despedazarme encontré la diferencia reflejada en mi retina, la otra cara de la moneda, la tierra sembrada de letras, de alguna manera las que dejaron en el tintero aquellos que desatendieron normas.
Desperté, sí pero ¿En qué condición o contextura lo hice?
Ahí estaban algunos mirándome; Charles el que nació para robar rosas de las avenidas de la muerte, también Alejandra con sus excesos de noche y de silencio, mi amigo Tomás entonces supuse, volvería  a estar allí en su esquina, con su saxofón.  Y yo, que no sabía si estaba recordando tiempos felices o todo era una ilusión, una alucinación, quizás el anhelo del sueño que me robaron justo cuando fue todo tan bonito.
Froté mis manos de arriba abajo por mi cara resaltando sobre mis ojos con los dedos, como si quisiera achinarlos. Era innegable, estaba despierto.
Mi controversia interior vino marcada por las gaviotas que en mi sueño me sobrevolaron, pronto supe que no fueron más que luces en un estado paliativo.
Qué horror de sueño.
Allí estaba la enfermera, controlando mi despertar;
(Ella, sonriendo)-Bienvenido. Ha salido todo muy bien. ¿Cómo te encuentras?-
(Yo, flipando)-Creo que me he pasado toda la prueba hundiéndome sin parar en una turbia pesadilla, estoy un poco confuso, la verdad.-
(Ella)-Es normal, pero se te pasará.  El radiofármaco  permanecerá residualmente durante unos días en la barrera hematoencefálica. Tómate tu tiempo aquí tumbado, cuando estés mejor puedes ir levantándote despacio. Pronto podrás marchar. Te puedo traer un zumo si quieres.-
(Yo)-Muchas gracias, muy amable. (…y muy guapa, pienso)-
(Ella)-Ahora mismo te lo traigo.-
Y salió por la puerta, dejándome a solas en aquella habitación con una ventana.
Con un poco de maña conseguí  quedarme sentado en la cama, mis pies no llegaron a alcanzar el suelo, los miré y moví los dedos, pareciendo éstos burlarse de mí.
Mantuve muy bien el equilibrio. Localicé con la vista mi ropa, estaba  encima de aquella mesita y debajo de ésta mis zapatillas con los calcetines dentro, tal y como los había dejado al entrar a la otra sala a media mañana.
Acercándome a la ventana pensé en el sueño que había tenido. A veces es increíble las malas pasadas que nos juega el cerebro, qué extraños son los sueños y qué reales algunos, pero bueno, al fin y al cabo lo de ese día fue un sueño de esos que costará olvidar, tan real que aún perduraba la sensación del fétido olor del aire en mi garganta, qué asco.
Se me pasó por la cabeza escribir un panfleto incendiario que hablara sobre él. Todo se andará.

Vuelvo a ser yo.
Qué bonito se ve todo por la ventana, desde aquí veo el mar y las gaviotas, la tarde que hace invita a pasear, ya lo creo que sí. Desconozco a qué altura estará esta planta, pero hay buenas vistas.
Las jodidas manchas negras de mis ojos no desaparecen ni por casualidad, con el azul del cielo se destacan más, miodesopsias les llaman.
No puedo abrir la ventana, el enganche parece estar atascado. Desde aquí puedo ver, a lo lejos, la cafetería, me apetece tomar un helado de esos de turrón, ahora cuando salga de aquí lo haré.
Un momento, creo que olvidé pagar el café de esta mañana.
Mierda no puede ser. Clavo la mirada, desde este lado del cristal, en algo que he vivido o ¿soñado?
Aquellos niños jugando a la comba y aquel chico del banco ¿no es mi amigo Tomás?

Oigo ruido, creo que se acerca la enfermera con el zumo.
TOC, TOC!!
(Yo, con gesto de incredulidad)-Adelante.-

La puerta se abre y allí está ella otra vez, la niña de tez blanca y ojeras sujetando un zumo. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Voy a morir.
(Ella, mirándome fijamente y con voz tenebrosa)-Señor, traigo un zumo para usted. Mis amigos me han dicho si viene a jugar con nosotros a la comba porque Tomás no puede hacerlo.-

En ese momento me da la risa floja, no puedo evitar descojonarme. Me resulta muy original, verme en pelotas embutido en una bata verde de hospital, simulando estar en Palamós, cuando realmente estoy en el balneario abandonado de Markina, a veinte minutos de la playa intentando rodar un corto de terror con una historia que escribí en el año ciento treinta y cinco después de Lenin y mirando a Jaione a sus veintinueve años haciéndose pasar por una cría de diez con su cara pintada de blanco, hablándome mientras aguanta un vaso de agua que simula ser zumo, a Ion súper serio grabando con la cámara y dándolo todo, a Sebas partiéndose la caja aguantando un panel reflector y a Mónica sujetando un micrófono pértiga mirando al suelo para no mearse de la risa.
(Mónica, floja de risa, no puede terminar la frase)-Conozco un bar en Ondarru….
(Ion, mirándome muy serio)-Joder jambo, que solo nos queda por grabar esto y la escena de cuando te vuelves a despertar.
(Jaione, deja el vaso en el suelo y se agacha llorando de risa a más no poder)-Me he meado un poco.

Oímos ruidos en la planta de abajo y detrás de Jaione por la puerta del cuarto del balneario abandonado donde nos encontramos, aparecen tres armarios con patas que se muestran interesados en nosotr@s y en nuestros DNI´s.
Pero eso es otra historia…

6 comentarios:

  1. es imposible no transportarse a tus historias al leerte..no hacerlas reales...

    te espero en mi lado...

    un saludo

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  2. Gracias Sh6y por hacerme un hueco.
    Un abrazo para tí.

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  3. Jolín Manu, cómo me has engañado así? jajaja no me lo esperaba para nada.
    Cuando empezaba a esclarecerse todo, lo he leído varias veces porque no terminaba de pillar.
    De primeras he pensado, pues no está la cosa para descojonarse, como vengan de nuevo los perros con baba blanca!

    Ese es el toque, sorprender.

    Un beso y buen fin de semana

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  4. Por cierto, voy muy atrasada con tus relatos, pero poco a poco me iré poniendo al día, que no me gusta perderme nada

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    Respuestas
    1. Te daré una tregua,,jeje!!Te la mereces.
      Yo tengo muy pocos lectores y entre ellos te tengo a tí que te guardo mucho aprecio.
      Que pases un buen fin de semana Imilce. Cuidateme mucho.

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  5. Bueno, yo siempre soy de cositas pequeñas, además siempre digo, mejor calidad que cantidad.

    :)

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