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jueves, 26 de enero de 2012

Los Imprescindibles.

      Sentado en uno de los bancos del parque, observabas con cierta nostalgia a los transeúntes que, como muñecos, permanecían inmóviles, pasivos y paralizados ante tus longevos ojos. Recuerdo cuando me contabas tus batallitas de juventud. Desbordabas solidaridad y afecto hasta con tus ojos.
Hoy todo ha cambiado. La razón objetiva podía ser que nos hacemos mayores pero yo sé que el tiempo solo es amable con los malos. Por eso a ti no te dejó ni abrazar, con tu camisa roja, a tus camaradas.
Tú, que siempre te habías quejado del destino, de los malnacidos gobernantes, de los explotadores y de los gusanos revisionistas, descubriste con tu camisa roja estancarse al destino, como un charco de agua en el invierno más frío.

Con tu indiscreta Resistencia, abastecías de vida y calor solidario y fraternal a quienes, siendo nobles, permanecían encerrados cual alimañas en mazmorras.
El amor a la verdad y a la razón fue tu motor, como el júbilo de impetuosas brujas bailando absortas alrededor de las hogueras.
El tsunami de su cabeza desbordaba con frenesí imaginación, esparciendo recuerdos de tu pasado ante un mundo detenido y entonces, el silencio más suave y manso de aquel momento se infringió con el trino de un pajarillo que con delicada naturalidad se posó en el mismo banco donde, estupefacto por lo que le acontecía, permanecías reclinado.
-Sube a mí-  Te susurró el pajarillo.
Y tú, amigo, cerraste sin vacilación los ojos dejándote llevar.

Todo cambió alrededor; el silencio desapareció y el ruido se desveló. Junto con él, un último suspiro de quien siempre brotó solidaridad y compromiso hasta en los peores momentos. Y cuando los sonidos volvieron nuevamente para envolver a la urbe, ese día, el sol brilló con fuerza, pero para muchos fue un día gris en el que se daba el pistoletazo de salida a soledades, añoranzas y tristezas…
Miro al Che Guevara de metal que me regalaste, siempre recordaré el merecido tirón de nariz que ese día se llevó una arpía carcelera.
… y por supuesto, lo mucho que nos duraron las risas.
 Bertolt Brecht también te incluyó en su cita, amigo Pedro. 

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles." - Bertolt Brecht-

martes, 24 de enero de 2012

Ella Trasmutó…

       1.974, veo el postigo por el que, conmemorando a Tamara Bunge, Patty Hearst deja de ser aquella encantadora niña. Nunca confié en que ella acariciara la cobra de siete cabezas, pero lo hizo. Y lo concibió en el momento en el que se abrió el tupido telón del teatro que separa dos mundos antagónicos, el placer y el lujo entre jacuzzis, en un lado y el mundo de los otros, los tintes en el pelo que camuflan ADN, las latas de conservas y la idea de un mundo mejor alojada en 1.380 gramos de cerebro, en el otro.
Y apareció ella, llamándose Tania, allí en un Banco de la ciudad de San Francisco, para todos los presentes, la chica adorable de ojos infinitos, preciosa, siempre dulce y ésta vez no iba a ser menos; agarrada a un fusil de asalto cargado como los cafés de una conocida cafetería, letal como una serpiente Taipán, como las balas de punta hueca con cianuro que aguardaban en su cargador, mientras brindaba al director de la sucursal la posibilidad de salir vivo si se portaba bien llenando las sacas.
El sexo, la simbiosis o las analogías idealistas con Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin y Andreas Baader posicionaron la vida al borde, dividiendo en láminas que sirven de criba a quienes borran el camino y el reclamo se presentó como un Síndrome de Estocolmo.

El tiempo pasa, ahora ella sabe cosas que nadie sabe. El tiempo pasa y ahora ella, es inmune.
Sí, son cosas que pasan, que pasan como el latigazo del tiempo.  Cuando se lleva esas letras que has plasmado en el vaho de tu ventana y algo más.
O cuando esa lágrima te hace recordar que  algunas de las mejores ya no están aquí entre nosotros pero quedan y seguirán dándole tonos rojos a las estrellas.

Acordaros de las palabras de Stephen King cuando recordó a Patty Hearst: “…el mundo llega a su fin pero todos en el SLA, de alguna forma, son inmunes. La serpiente los mordió.”
Así es, llamarla Tania. Pero no os olvidéis de los olvidados.
Y tú...¿eres inmune?

jueves, 19 de enero de 2012

Desde Entonces. (El Anti Arte De La Imbecilidad)

Aquella casa de los árboles gramaticales nunca había tenido ventanas pero sí unos inquilinos muy especiales; un gato azul, un viejo violín y unos sueños que la habitaban deslizándose sin tregua en planos físicos y materiales, palpables como el aire acariciado por la estela que, con dulzura, trazaba cada noche el espectrograma de aquel violín.
El gato maullaba y afuera, las ramas del árbol de la gramática chirriaban entre sí.
El violín no cabía en su asombro cuando veía caer ante él Ortografías, Analogías, Prosodias y Sintaxis varias.  El secreto de sus noches de luna llena aullaba y espantaba telarañas.
El Océano  estaba aturdido, se lo dijo un viejo lobo de mar trayendo consigo una tormenta infinita. Era la magia de su secreto, la sencillez de quien, como un chacal solitario, se desliza escondido entre fragancias que le sirven de sustento antes del letargo invernal.

El marinero tomó en una mano el violín y en la otra el arco, tratando reiteradamente de afinar la cuerda “la” pero su gozo se hundía en el lodo, ninguna referencia le acompañaba y la vela que iluminaba sus intentos frustrados, se consumía como lo hacía su inagotable paciencia.
El gato azul, impasible, observaba callado como la ignorancia del navegante aporreaba al violín antes de tirarlo al suelo.
Nuevamente el gato volvió a maullar y a su par, provenientes del viejo y abandonado violín, sofisticadas notas manaban de la casa de los árboles gramaticales.

Ausencia de partituras para una noche de melancólicos sueños. Al amanecer, las dulces notas acompañadas por los versos más subversivos, los poemas más románticos, las cartas de amor jamás leídas y los escritos más agitadores e incendiarios que afloraban los árboles gramaticales, devolvieron la calma al océano y convirtieron en sol y luz a una oscura tormenta que urdió un chacal vestido de lobo de mar.

Desde entonces sé con certeza que los maullidos, las notas y las letras son más que lenguajes, sonidos y signos. Estoy convencido que además atraviesan muros que son de piedra, corazones que son de granito, océanos que son pócimas letales y si tienes alguna duda… maúllale con el corazón a la luna, te lo romperá en mil pedazos.

jueves, 12 de enero de 2012

Donde Acaba La Humanidad.

"El 11 de septiembre de 1942, Anny Yolande fue deportada a Auschwitz con el
transporte número 31 desde Francia. La acompañaban su madre,
Frieda y su hermana de 7 años, Paulette. En ese transporte iban
1.000 hombres, mujeres y niños. Ya en Auschwitz, 600 de ellos
fueron conducidos directamente a las cámaras de gas, entre ellos
todos los niños."
Era el año 1942.
Os aislaron en el ghetto,
padecisteis el miedo y la deportación…
Acortó vidas y alargó desconsuelos,
la rampa en Birkenau.
Y tú estabas allí.

Vivo en Bourdeaux, Francia, el país que me vio nacer pero los alemanes dicen de mí que soy ciudadana extranjera vigilada.
Este año el invierno es más cruel que nunca. Hoy tengo frío y me falta un zapato.
Unos oficiales alemanes me han separado de mi hermana Paulette de siete años y de mi madre Frieda. Yo solo tengo nueve años y ahora viajo hacinada en un vagón cual manso a no sé qué lugar. Con el ruido del vagón se mezclan lamentos de quienes, como yo, sentimos la aflicción de un trillado destino. Hace días que no pruebo bocado alguno y sin embargo ya no tengo ni hambre.
Convoy 31. Intuyo dónde me llevan. Callo agachándome,  tapando mis oídos evito los lamentos de quienes, ausentes de fe, me acompañan en este viaje hacia la nada. Tiemblo tanto que apenas puedo gesticular palabra alguna. Lloro desde que, obligada, solté la mano de mi madre y desde entonces no he parado de orinarme encima.
El tren se ha parado y ahora nos obligan a salir fuera, hay mucha nieve y mis ojos no se adaptan a la luz, trato en vano de ver o escuchar a mi madre y a mi hermanita Paulette, pero soy tan poca cosa entre la multitud. Estoy aturdida, entre sollozos escucho mi nombre y a lo lejos veo a Régine, mi amiga con la que suelo pasar las tardes jugando en el desván de casa. Nos miramos y lloramos en la distancia pero los oficiales gritan, gritan y gritan con violencia, insistiendo con el dedo repetidamente, entonces la marea humana nos envuelve y arrastra consigo cada cual por un camino. Nos dividen formando dos grandes grupos de hileras, el miedo se convierte en angustia cuando en el frontispicio de la verja leo algo así como;
“Arbeit macht frei”. ("El trabajo os hará libres")
Alguien que me conoce me da la mano mientras seguimos caminando. Se trata del señor Isaac, el sastre. Siempre que íbamos a su tienda me regalaba uno de sus pompones de lana. Agarro su mano con fuerza, nos miramos a los ojos, me sonríe y me dice;  
“- No te preocupes pequeña Anny, es solo un sueño. Mañana habrá pasado.-“ 
Seguimos avanzando entre vallas de espino y hediondos barracones, entre guardias con perros, entre ladridos y miedos. 
Es cierto, lo se, aquí acaba la mesura, la humanidad y el corazón de las personas se vuelve añejo. Aprieto con fuerza la mano de quien serena mi llanto. Pensando en mañana, en volver junto a mi madre y mi hermana, jugando con Régine a tirarnos los pompones del señor Isaac, avanzo así hacia el interior de las duchas…

(Mi más profundo desprecio a quienes dirigieron y causaron el holocausto y a quienes hoy, con sed de guerra, disfraces de Paz y ansias de dominar el mundo, lo siguen causando.)

domingo, 8 de enero de 2012

Acordes Beatos De Un Polvo De Invierno.

No, aquello no eran notas de Morrissey. En la tienda de chucherías, sin embargo,  no pasó el tiempo al quitar los auriculares para abortar así el naufragio de colores en mis tímpanos.
Cuando miré alrededor no quise perecer asumiendo el letargo de la vulgaridad. Devotos estribillos, benditos sonetos, sagradas compras, bienaventurado consumismo, santificado materialismo. Borregos y pastores.
Cuando pienso que aquello era un sueño de mal gusto y lo demás es mierda porque las calles están llenas de nada. Hay puesto vacante en ellas; “santas” luces evocan la mentira y cuerpos sedados, cerebros vacíos y mentes sumisas esas aceras pueblan. Nietzsche lo enfocó y la moral del esclavo es hoy evidencia ante los rojos ojos de quien rechazó los sabores artificiales que ayudan a digerir mejor la carroña de primera calidad que venden en la tienda del barrio o en las grandes superficies explotadoras.

Hoy soplo con moderación en la perpetuidad del color de unos ojos, he encontrado en ellos el olvido al letargo de una galería porque en la tierra de los necios si no eres uno más no tendrás lugar. Las hienas harán su trabajo, evítalas. Hoy ratas y arpías mentirosas de años pasados se creen viejas glorias.


Acuérdate de Ane, en el sinsabor de su tumba hay una estrella roja, todavía pelea dando a luz abstractos cuadros, escritos y poesías que huelen a resistencia. Pinto y escribo con el tuétano de sus huesos, convirtiendo en pesadillas para sus dueños a las eternas trampas que bastardos le habían colocado. Todo se condensa cuando vida y muerte se convierte en muerte en vida.
Ahora me mimetizaré en siglos de orgasmo, volviendo a recibir las olas de colores que se mecen en mis conductos auditivos. Esta vez sí son notas de Morrissey.
Acordes arcaicos de los Smiths eyaculan en el umbral de quienes, podridos, viven bajo el yugo de la sórdida apariencia.
Mientras ejemplares personas cuyos corazones perennes bombean diferencia, distinción y dulzura me ofrecen hospitalidad con la sencillez de quien sesgó su propia vida por un mundo libre que no llega.