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martes, 12 de noviembre de 2013

La Colección De Mis Olvidos. ( III )


"Sobreviví y aprendí a vivir.
Comprendí que la enfermedad es más que un síntoma,
es más que un estado de ánimo.
La enfermedad es un estado de guerra permanente."
(Diario secreto: espía Lemmy Caution 345-A)



     Saturnino Gravois no había almorzado nada, quizás ni siquiera había probado bocado en varios días, su mirada está perdida al infinito pero en su interior sus entrañas se pelean con furia, retorciéndose como en una metamorfosis de Kafka.
El doctor Saturnino Gravois se encontraba apostado en uno de los rincones de una austera suite, suelo blando y paredes de tapiz acolchado, un ventanuco en la parte más alta y una cama almohadillada apostada fija en el centro del habitáculo, su camisa manchada por una larga hilera de babas que le colgaban del labio inferior daban de él una sensación de vegetal con piernas, una piltrafa humana, su mirada estaba perdida, ida y los dos brazos cruzados se aguantaban a su espalda junto a unas correas de cuero que formaban parte de unas largas mangas de su camisa blanca. En el suelo tirado, un pequeño frasco de inyectable donde Saturnino, debido a su deplorable estado, no acertaba a leer; VALCOTE I.V. Solución Inyectable. ABBOTT. Cada ml contiene: Valproato de Sodio (equivalente a 100 mg de Acido Valproico)”.

La Colección De Mis Olvidos. ( II )



   

“Hay un número cada vez mayor de hombres formados para actuar en secreto, instruidos y adiestrados solo para este fin. Se trata de unidades especiales de hombres provistos de archivos reservados, es decir, de observaciones y análisis secretos. Otros disponen de diversas técnicas de explotación y manipulación de esos asuntos secretos”

(Guy Debord, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo)




    Até mi bicicleta a una de las farolas cercanas a la biblioteca, para mi sorpresa cuando entré, la bibliotecaria me pareció nueva, creí que nunca la había visto antes, su edad rondaría los cuarenta y pocos años. Me saludó e impresionó cuando insinuó que mi cara le resultaba conocida. Era la señal, pensé. Mientras mi rostro se tornaba de pardillo devolviéndole una tímida sonrisa, traté de hurgar en el fondo de mi memoria para rebuscar, fructíferamente, una analogía con su rostro.
-¿La hija de Saturnino Gravois?- Pregunté modestamente. El protocolo para entrar al subsuelo así lo requería. Hacía más de veinte años que no sabía nada de ella y junto con más personajes con quienes me había cruzado a lo largo de mi vida formaba parte en un rincón, de la colección de mis olvidos.
-Veo que te acuerdas de mí- Insinuó con frívola sonrisa tratando de deslizar sutilmente su voz para no estropear el silencio que allí se respiraba. Entonces supuse que realmente se trataba de Julia.

La Colección De Mis Olvidos. ( I )



“Hay personas que nunca se vuelven locas.
Qué vida tan horrible deben vivir.”
(Charles Bukowski.)

 
Después de casi una década sin bajar al subsuelo recibí una nota en la que se requería una vez más adentrarme en aquel mundo paralelo. Para ello, la nota indicaba la colocación estratégica de un punto de entrada situado en la biblioteca del barrio. Una puerta secreta ubicada en un punto desconocido del complejo bibliotecario, con su correspondiente teclado alfanumérico.
         Si no me equivoco, es el año 2.013 y el mendas declara cicatrizada la amnesia anterógrada o postraumática —como gusten de llamarlo los señores de las batas blancas— que de unos años a esta parte vino sufriendo mi cerebro.
El día imperiosamente prometía lluvia y yo más por gafe que por física, me mojaría con toda certeza.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Asco




No tengo dios,
soy vértigo profundo,
actividad y rabia
escupiéndoos desde mi isla.
Lóbrego y nostálgico
que rememora asco y odio
os lanzo mis confetis;
…letras-bomba.
Joderos.