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lunes, 28 de enero de 2013

La Tierra Prohibida.




En la tierra prohibida.
Por el camino de letras,
 son de azúcar las nubes,
y siempre rojas las estrellas.

martes, 22 de enero de 2013

La Risa Del Autista Enamorado.










En las tardes azules del verano
por los rastrojos picoteando
iré por los senderos
dejando que el viento bañe
mi cabeza desnuda
no diré nada, en nada pensaré
el amor infinito me subirá hasta el alma
y me iré lejos (...).” 
(Arthur Rimbaud. 1854-1891. Sensación)
                                           
    Pasaron las horas secadas por los minutos, se marchitaron los años que envejecieron los días. No crecí ni me hice mayor, muté en el insensato altruista olvidado que veló, en madrigueras de lobos, mil quinientos pensamientos incendiarios.
Tras el coma vino la amnesia, a quien la dudosa generosidad de la luna menguante tendió la mano para sortear, sin éxito, los “abismos-dolor” que hieren sin piedad a las almas sombrías y atormentadas en las profundidades de los sentidos que percibo.
Aquel alma, que tanto añoré cambiar por el suyo, se volvió taciturno después de ver el rostro de la muerte como me brindaba seguir viviendo a costa de su partida; la antesala a una muerte en vida, pero nunca me sedujo la parca.
Cual coyote herido, huí corriendo de “hijosdelapeorputa” y al doblar esquinas, les devolví la revancha en forma de epitafio.
Leyendo a Rimbaud hago sombras a los recuerdos, los mismos que en el umbral del tiempo, y como los sueños, ahora brillan por su ausencia.
Que le jodan, confieso, a la última caridad infinita de Cloto, Láquesis y Átropos.
Con mi sangre a trescientos por hora, siento el vértigo del abismo, me aproximo a él y veo nevar a través de mi ventana. Sentencio los rastros de alquimias, borrando folios blancos y pintando en ellos letras que servirán para hacer un fuego que sosiegue al no-verano más crudo.

Y ahora, como de costumbre; arrugo el folio, lo despedazo como jamás he podido fragmentar un tiempo que me quebró. Una vez más, mi subconsciente me traiciona, indicándome donde guardo más de ellos; cientos y cientos de folios en blanco que parecen gritar mi nombre, para que deje un poco más de mi mundo sobre ellos sin que Nadie los lea.

Bajo la escalera un poco más, aún, a sabiendas de ser consciente de lo que cuesta volver a poner en pie todos y cada uno de los peldaños olvidados que me servirán para volver a subirla cuando necesite, desde mi azotea, volver a ver las estrellas.

martes, 8 de enero de 2013

Feliz Consumo.






“Es el mal de estos tiempos, los locos guían a los ciegos.”
(William Shakespeare. 1564-1616)

I
En la urbe moderna,
lo más parecido a la felicidad
es encontrar aparcamiento en ella.

II
El antiguo asalariado,
en la urbe moderna,
encuentra su felicidad
rebuscándola en un basurero.
 
III
El antiguo asalariado
de la urbe moderna, gritó;
-¡Bajo los adoquines está la playa!-
y perdió gratuitamente
su ojo derecho.

IV
No!
La urbe moderna ya no es lo que era.
Ahora tenemos “centroscomerciales”
donde se almacena
hasta el ocio
del indiferente,
del apático,
del aburrido;
productor de plusvalía.
 
V
El consumismo en la urbe moderna
es una “visaelectrón”,
el paliativo
a la infelicidad
pintada de rosa,
aliñada con colonia
y adulterada con publicidad engañosa.

VI
El esclavo moderno
pasea su filantrópica
estupidez,
en su urbe modernista,
tanto como le permiten
afectivos invisibles lazos que,
elásticamente,
lo convierten en mercancía.




sábado, 5 de enero de 2013

Silencio.

“Y daba pena ver a los amantes ciegos,
rezando mudos en el altar del amor.”
(Beñat A.”Pobrecitos”)

Hoy abres la cajita,
donde te siento,
donde te desayuno,
donde te mimo,
donde te guardo,
donde te doy,
y donde te caminé,
 y donde te esperé
y donde te vi pasar de largo
cuando te lloré.
Como aquel verano
que ya no volverá
donde yo tampoco volví,
donde hasta el no invierno más delicado
cayó rendido ante tus ojos,
donde el silencio, a las hojas de los castaños,
 hizo en su caída
componer las más bellas melodías
para nosotr@s,
…por nuestra infinita ausencia.