cuando
eres feliz.
Pero
se paraliza en la desesperación.”
(Ana
Rueda Alegre. Con otra mirada. 2011)
Y viven los difuntos,
Viven sin perder de
vista un horizonte
que suponen tras las olas.
Cuelgan de noche en las estrellas
las llaves de las argollas
que les impusieron cuando nacieron
y para vaciar de hambre sus estómagos huecos;
se dejan llevar mar adentro.
Que no se los bebe el mar por capricho
sino por testimoniar -con muertos-
el luto de la inútil vida
que refleja la guadaña de un verdugo
prometiendo el postizo,
de un adulterado,
de un fingido,
o de un incierto
mundo mejor.
Que es así de triste, amig@s
porque el mar volverá de nuevo a tener sed
de necesitados,
de olvidados,
de desdichados hambrientos
que un día lloraron la partida
de alguien que nunca llegó hasta la otra orilla.