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domingo, 14 de febrero de 2016

Bendita televisión.


Sí, por supuesto, se lo van a pasar genial.
Y abandonaron el pueblo para irse durante todo una vida a la gran ciudad.
La gran ciudad está llena de coches y sus parques están sucios y rotos.
Rota se quedó cuando una de las niñas olvidadas gritó y gritó;
—Mamá, papá!!!—.
Y la madre corrió al salón y volvió de nuevo al cuarto de los sueños donde estaba el padre. Su cara blanca como la pared,  sus ojos no cabían en sus órbitas y sus manos tapaban su boca pero aún así acertó a decir con voz temblorosa;
—La pequeña tiene la cabeza de televisor—.
El padre frunció el ceño, incrédulo y caminó apresurado hasta el salón donde estaban las niñas.
Efectivamente era cierto. La cabeza de una de las niñas –la menor- había mutado y ahora su cabecita pequeña de pelo claro, era un televisor; sus esquinas perfectas y aproximadamente 40 pulgadas. Pulgada arriba, pulgada abajo.
—Genial, hoy hay partido!!!—

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