Sí, por supuesto, se lo van a pasar genial.
Y abandonaron el pueblo para irse durante todo una vida a la gran
ciudad.
La gran ciudad está llena de coches y sus parques están sucios y rotos.
Rota se quedó cuando una de las niñas olvidadas gritó y gritó;
—Mamá, papá!!!—.
Y la madre corrió al salón y volvió de nuevo al cuarto de los sueños
donde estaba el padre. Su cara blanca como la pared, sus ojos no cabían en sus órbitas y sus manos
tapaban su boca pero aún así acertó a decir con voz temblorosa;
—La pequeña tiene la cabeza de televisor—.
El padre frunció el ceño, incrédulo y caminó apresurado hasta el salón
donde estaban las niñas.
Efectivamente era cierto. La cabeza de una de las niñas –la menor-
había mutado y ahora su cabecita pequeña de pelo claro, era un televisor; sus
esquinas perfectas y aproximadamente 40 pulgadas. Pulgada arriba, pulgada
abajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario