Entra la muerte,
sale y se va.
Del reloj implacable
retorcidos minuteros
de tanto tiempo soportar.
Que los aprendices
del faranduleo
a un mero espectáculo
demorados están.
Entra la muerte,
sale y vuelve a
entrar.
Y cuando suena la
sirena,
todo vuelve a ser
normal.
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