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martes, 24 de enero de 2012

Ella Trasmutó…

       1.974, veo el postigo por el que, conmemorando a Tamara Bunge, Patty Hearst deja de ser aquella encantadora niña. Nunca confié en que ella acariciara la cobra de siete cabezas, pero lo hizo. Y lo concibió en el momento en el que se abrió el tupido telón del teatro que separa dos mundos antagónicos, el placer y el lujo entre jacuzzis, en un lado y el mundo de los otros, los tintes en el pelo que camuflan ADN, las latas de conservas y la idea de un mundo mejor alojada en 1.380 gramos de cerebro, en el otro.
Y apareció ella, llamándose Tania, allí en un Banco de la ciudad de San Francisco, para todos los presentes, la chica adorable de ojos infinitos, preciosa, siempre dulce y ésta vez no iba a ser menos; agarrada a un fusil de asalto cargado como los cafés de una conocida cafetería, letal como una serpiente Taipán, como las balas de punta hueca con cianuro que aguardaban en su cargador, mientras brindaba al director de la sucursal la posibilidad de salir vivo si se portaba bien llenando las sacas.
El sexo, la simbiosis o las analogías idealistas con Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin y Andreas Baader posicionaron la vida al borde, dividiendo en láminas que sirven de criba a quienes borran el camino y el reclamo se presentó como un Síndrome de Estocolmo.

El tiempo pasa, ahora ella sabe cosas que nadie sabe. El tiempo pasa y ahora ella, es inmune.
Sí, son cosas que pasan, que pasan como el latigazo del tiempo.  Cuando se lleva esas letras que has plasmado en el vaho de tu ventana y algo más.
O cuando esa lágrima te hace recordar que  algunas de las mejores ya no están aquí entre nosotros pero quedan y seguirán dándole tonos rojos a las estrellas.

Acordaros de las palabras de Stephen King cuando recordó a Patty Hearst: “…el mundo llega a su fin pero todos en el SLA, de alguna forma, son inmunes. La serpiente los mordió.”
Así es, llamarla Tania. Pero no os olvidéis de los olvidados.
Y tú...¿eres inmune?

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