“Un día encontré la moneda que
perdisteis,
algunos no os molestasteis
ni en buscarla.
Y llevaba una H.”
(Alatz, Jabi, Olaia, Manu,
Raúl y Eder. –HIJ@S DE LA “dEMocRaCiA”-)
Tumbado en la marea, me
gusta la condición que me proporciona el agua y estas cuatro paredes blancas. Dos
palmos de agua, me conformo con tan poco…
Los dedos de mis pies
emergen de entre espuma a la superficie tal como lo hacen ratas desde las
cloacas más inmundas y cuando los muevo, observarlos haciendo que entre ellos
hablen resulta gracioso e incluso creativo. Más arriba asoman mis rodillas
formando dos pequeñas islas en las que yo decido la climatología y con los chasquidos
de mis dedos puedo hacer que sobre ellas llueva un txirimiri o incluso provocar un verdadero tsunami produciendo que
en cuestión de décimas de segundo queden totalmente anegadas. ¡Vaya! me siento
dueño de mi propio cuerpo recreándome entre espuma y agua. Subo la vista más
arriba y mi vigésimo primer dedo ahí está, se muestra apacible, descansando
sobre mi cuerpo y siempre mirando a la izquierda, donde el corazón y las ideas,
así que lo dejaré tranquilo en su placidez.
Sigo subiendo la vista y la detengo en el abdomen, una cicatriz, ahí
están los restos del último reducto que me enlazó físicamente al cuerpo de
quien, a través de una fuente de células madre, me dio la vida. Físicamente tan
sólo queda una cicatriz, un curioso ónfalo mitológico y psicológicamente mucha
ternura. Continuando con mi batida corporal y teniendo mis extremidades
superiores en la mira muevo los dedos de ambas manos a la par con la símil intención
de tocar un piano que no existe, crear mansas olas es divertido.
Y en mi sesera, las
puertas, las dimensiones, los recuerdos, las emociones que comparto con el
corazón, las pesadillas y la antesala al insomnio, a la expiración. Puedo abrir
el telón del vestíbulo que quiera; el azul o en el rojo pero mañana cambian de color,
de tamaño o textura por eso hoy tocó el violeta, lo abro y aparece la invernal primavera
certera y reciente ella que este año entra deslizándose por un hielo en el
silencio de los borreguitos, prometiendo deshojar margaritas pero a mi plin, eso
ya se lo dejo a los más incautos porque la imbecilidad tiene un límite y yo sin
moderación soy más de titadine que de flores. Abro el telón rojo y ya no se si
es rojo del todo o teñido, pues hoy estrena color. Ahí habita Leopoldo Maria
Panero que tratando de rencontrase con Wendy encuentra el terror sin forma o
Alejandra Pizarnik dejándose llevar ésta por su desagüe llamado Seconal y mi Yo
que abriendo el desagüe de la bañera tarareo al gran León Chavez; "-Se va la
vida, se va al agujero, como la mugre en el lavadero-“pensando en que Virginia
Woolf también se dejó llevar por las aguas del río Ouse con los bolsillos
llenos de paz.
El agua está fría y ya he
pensado demasiado para el poco rato que ha durado este baño, se va la mugre
exterior, la interior se queda como se quedaron en el camino los demenciales
chicos acelerados, ahora creo que escribiré las impresiones de este baño…
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