“Quiero
la tierra donde vivo,
pero
también la tierra que no he conocido.
Quiero
a las personas que quiero,
pero
espero conocer muchas más a lo largo del camino.
Mi
territorio es donde ponga mis pies.”
(La
Gran Orquesta Republicana)
Habíamos grabado en el barro nuestro afecto, en cada segundo
y a cada paso, anduvimos universos y cada cual lo vivimos más diáfanos. Compartimos
juntos los mayores secretos; insólitos fueron los caminos que nos llevaron a
sitios difíciles de imaginar, como en el Vignemale después de siete horas
pateando montaña, hasta la cumbre, hasta
el hotel de las tres mil estrellas, el raso, donde pasamos mil y dos noches con
los pies al aire, el frío del agosto es excitante y tentador, por eso allí, con
la primera luz de la luna, buscando calor, te metí los dedos y tú me hiciste
cosquillas. En la cordillera, durante el camino de vuelta, pisando los neveros
y los suelos más ásperos, noté que estábamos hechos el uno para el otro. Tu y
yo coincidíamos tan bien…
Habíamos recorrido miles de Kilómetros juntos, veranos,
inviernos, otoños y primaveras; éramos tal para cual y a tu lado nunca temí a
los terrenos más duros. Te mimé, te cuidé y acaricié con ardor, una y otra vez tu
piel, si se mojaba yo te la secaba, si caías yo te levantaba. Hoy todo ha
cambiado, atrás quedaron las travesías juntos, los bailes en los charcos o las
caminatas en las manis.
Hoy ya nada será como antes, o sí…
Porque hoy hemos terminado y me he vuelto a quitar un peso de encima. No, no ha sido la rutina, pues
nunca la hemos conocido, no han sido tampoco los conflictos, pues ya he dicho
que siempre encajamos muy bien aunque a veces me apretaras, pero eso fue al
principio de nuestra relación.
Pero tampoco ha
habido una razón, sino varias;
la suela gastada, el
cuero agujereado, la membrana interna ha dejado de impermeabilizar, los
cambriones estaban pidiendo a gritos una jubilación, no a los sesenta y siete, y
dieron mucho de sí pero lo bueno dura poco aunque estos ocho años hayan sido
muy intensos porque han dado para mucho…
ME HE DESHECHO DE MIS VIEJAS BOTAS, sí. Hoy ellas y yo hemos terminado, lo hemos dejado para siempre, definitivamente. Hace años que las chorradas egoístas
dejaron de hacerme efecto, pero en mi caso siento más aflicción por mis viejas botas, que lo que, en años, haya
podido sentir por humanos farsantes o mentirosos, esos de dos o más caras que
muy contrario a lo que ellos puedan creer,
nunca me han llegado a conocer.
Agur lagunak, beti gogoan!
Y por de pronto, como ahora tengo un rato para mi solo, pongo
un disco de EL CORAZÓN DEL SAPO, me tumbo mirando mis pies desnudos y me
abandono a las voces de la nada, recordando que el yo no existe, que el yo es
de ellos, de los que odian, destruyen y claudican,
mientras como pipas, pienso en como serán las siguientes botas que nunca tendré,
me dicen;
No dejes de sonreír.
No calles.
Ja, je, ji, jo, juuuu!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario