“¿Qué
autor no cree en sus fantasías?
¿Qué
persona no manifiesta algo distinto de lo que quería decir,
expresando de forma distorsionada una parte de
lo que bulle su cabeza,
o
un deseo inconsciente?
(Ricardo
Cristóbal. Prologando a Leopoldo María Panero en “Aviso a los civilizados”.1990)
Tócala en un zapato, en un columpio, en tu sombra, en tu emancipación, o con
la lengua en una merecida tarde de placer.
Búscala en tu violeta, en mi rojo, en la emanación de vaho después
de un merecido baño, en la chiflada fantasía prohibida que acarician tus reprimidos
sueños o en las utopías e inquietudes.
Valórala en la sonrisa de unos ojos, en el arte, en las pueriles risas
de un parque, en la solidaridad, en la amplia felicidad que pían los pájaros libres, en el sonido
del silencio, en la piel con la piel o en la grata ausencia que te brinda la
tranquilidad de un monte.
Siéntela cuando llora el cielo que te moja, cuando te observa la
Luna, cuando de ti se despide el Sol o en la huida de ambas, en la percusión de
una sístole y diástole; por la distancia de unos corazones, en el kaixo y agur, en un beso y en el afectivo cordón umbilical que te une a ellos.
Pero no la busques en hijosdelagranputa,
ni tampoco en retorcidas arpías, ni
en los robavidas dueños del mundo ni
en las jodidas reglas que nos venden como normalidad,
ni en los ojos vendados ante el mundo que sufre…
…ni
en los vacíos infinitos de las cartas sin destino.
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