“Hay
personas que nunca se vuelven locas.
Qué
vida tan horrible deben vivir.”
(Charles
Bukowski.)
Después de casi una década sin bajar al subsuelo recibí una nota en la
que se requería una vez más adentrarme en aquel mundo paralelo. Para ello, la
nota indicaba la colocación estratégica de un punto de entrada situado en la
biblioteca del barrio. Una puerta secreta ubicada en un punto desconocido del
complejo bibliotecario, con su correspondiente teclado alfanumérico.
Si no me equivoco, es el año 2.013 y el mendas
declara cicatrizada la amnesia anterógrada o postraumática —como gusten de llamarlo los señores de las
batas blancas— que de unos años a esta parte vino sufriendo mi cerebro.
El día imperiosamente prometía lluvia y yo más por gafe que
por física, me mojaría con toda certeza.
La biblioteca del barrio puede parecer a simple vista cercana, de hecho antes también lo suponía, pero no es así ya que ahora, tras las inundaciones del pasado año y para llegar hasta ella es necesario darse una caminata de unos cuantos kilómetros. Lejos, en la periferia de la urbe moderna se encuentra el vertedero social; unas viejas chabolas con sus inquilinos, burros y cabras pastando perennemente junto al juego sin descanso de los niños descalzos, pilas de frigoríficos oxidados y todo tipo de chatarra en un maltrecho camino forman—junto a yonkis que pasean de sus necesidades a sus miserias— un triste escaparate en la desesperación. Allí, cerca del arrabal, se vislumbran cuatro paredes de ladrillo que forman una especie de catártica casa de obra a medio terminar—una especie de centro de reciclaje orientado a drogadictos que buscan un último resorte o un paliativo que modere el desamparo social que sufren día a día— y más adelante como emergiendo de la nada, el Art Nouveau, un edificio híper modernista con un alentador jardín japonés decorando su perímetro; la reformada biblioteca municipal y dentro de ésta encontraré la puerta secreta que me llevará de nuevo al subsuelo, en donde creo recordar existían multitud de lecturas que se libraron de la última quema de libros propulsada por el maldito gobierno neocon y en las que, entre tanto hoyo sin tapar, flotar un poco más en la medida que se pueda.
Continuará...
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