“Ves
cosas y dices, ¿Por qué?
Pero
yo sueño cosas que nunca fueron y digo, ¿Por qué no?
(George
Bernard Shaw. (1856-1950))
—Tú, Oniros; —
qué secretos tutelas,
qué monstruos pernoctan tus piélagos
por los que sucedes
cuando regresas y se quedan
tras tus puertas del marfil.
— ¿Adónde vas tú, Hipnos?—
cuando a mi niño
le das esa llave,
la de los ásperos sueños
del portón de asta
y portilla de navaja
que las velan tras ella
aciagos espejismos
esos que desmerecen peques como él,
porque se acunan felices
en las imaginadas fantasías e ilusiones
haciéndoles volar y nadar,
incansables ellos
entre pomposas nubes de colores.
Cerramos puertas a tus ogros,
borrando las ramas secas del camino
por donde ellos no bajarán jamás.
El sueño empieza
emergiendo quietud
risas, juegos y piratas velan
a un silencio moderado,
cómplice letargo
acunando en sosiego.
—Mira Ibai!—
Ahora sí, vienen las estrellas
cuando el día termina
y tus párpados se mecen
cuando la Luna brilla…
(Gabon Ibai, maite zaitut.)
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