Pages

lunes, 9 de marzo de 2015

Reescribiendo “La Metamorfosis” de Franz Kafka.



Reescribiendo “La Metamorfosis” de Franz Kafka, forma parte del primer ejercicio que nos hemos marcado dentro de un recien inaugurado grupo literario llamado “Insectos Comunes” y cuyo Blog estará disponible en unos días así como en formato de revista digital.

El ejercicio debe mantener el mismo número de palabras, el mismo número de frases, los mismos nombres propios y verbos (aunque varíe el tiempo).

Cada uno a su forma ha transformado al personaje como más le ha gustado. En mi caso, he convertido a Gregorio Samsa en un agonizante marine americano que prueba en Hebrón su propia medicina. El resultado empieza así;





Era domingo, la noche había sido dura. Gregorio Samsa despertó convertido en una piltrafa humana. Estaba echado boca abajo en aquel mugriento suelo y queriendo alzar su cuerpo, vio sus brazos engomados al tronco, arrugados y sin manos. Sorprendido por lo que vio quiso alzar la voz, sólo pudo ver sus babas escurrirse hasta el suelo. Nerviosismo, ansiedad, en su cabeza se agolpaban vaporosos los recuerdos agitados de excesos por la noche pasada.
— ¿Qué me ha ocurrido?
Podía estar soñando. Una de las ventanas tenía la persiana destrozada dejando pasar un haz de luz. Éste vislumbraba un enorme charco pastoso desparramado por el suelo, y donde antes colgaba una hermosa lámpara árabe tradicional ahora sólo se reconocían tres mustios cables maltrechos. Su cabeza giraba, todo a su alrededor giraba, Gregorio se mostraba envuelto en una nebulosa constante y un misterioso pitido esgrimía aquel eterno momento en el que el tiempo parecía haberse ocultado para siempre.

       Trató sin éxito mirar su muñeca, desconocía la hora y aquellos extraños sonidos que continuamente repiqueteaban le hacían sentir completamente desconcertado, confuso, desorientado. Olor a orines. 


«Increíble­—pensó—; ¿Quizá sigo durmiendo, he olvidado despertar? Esto es una puta locura». Gregorio echó en falta a su esposa y a Rebeca, su hija adoptiva. Desorientado imaginó que quizá estarían dormidas en su cuarto y aceptó la posibilidad de dejar caer los párpados. No se esforzó en mantenerlos abiertos y volvieron a quedar cerrados. La idea de intentar mantenerse despabilado cesó cuando, somnoliento, notó una sacudida acompañada de un estridente sonido que agitó todo aquel inmundo suelo sobre el que se encontraba tirado. Entonces, la persiana destrozada terminó cediendo.
— ¡Yo no he elegido esto! —Murmuró sin fuerzas— ¿Qué está pasando? Miró la ventana. El cielo pajizo que vislumbraba, le recordaba a las tormentas de arena que tanto le habían hablado sus compañeros mientras cumplían órdenes a cuarenta grados a la sombra; «—aquí somos mutantes, nos volvemos locos, puedes ser una bestia con sed de sangre, sangre ajena, ya sabes: excitación, tu adrenalina se dispara y bum, bum…—»
Intentó arrastrarse, estirando una pierna y a la vez el tronco, pero tuvo muchísimo dolor, vio la postura antinatural que habían adquirido sus piernas y sin poder retirarlas gritó con todas sus fuerzas, la garganta le rascaba debido al ambiente cargado de aquel extraño amarillo que producía asfixia y angustia, aquellos continuos ruidos ahora parecían silbidos.
Podía pasar que Gregorio Samsa tuviera un regreso breve y corto a EEUU, allí viven su esposa y Rebeca. Si ocho meses antes no hubiese marchado a Israel hoy dormirían juntos, mañana madrugarían juntos, hablarían desayunando cereales y no tendría que tachar palitos en el casco de marine; sus encuentros en Hebron. Todo hace que fuese menos reprochable y sin embargo Gregorio creía estar con los pies en el suelo. Habría pensado en levantarse del mugriento suelo pero, viendo que se cae, Gregorio trata de sentarse apoyándose en la pared. De su barriga salen tripas, se acerca y les habla. Les hubiera dicho que mejor se queden dentro pero sus fantasmas se reúnen para recibirlo; —Oye, hora de irse—.
—No, tengo cosas que hacer—.
Has pagado con la misma moneda chico. Las órdenes eran estrictas; no abandonar el Merkava.  Sólo a ti se te ocurrió entrar en una vivienda de civiles palestinos antes de ser bombardeada por compatriotas americanos.
¿Sería justo despedir con funerales de estado a piltrafas?


ENLACES:
http://benjaminrecacha.com/2015/03/09/reescribiendo-la-metamorfosis/
http://josebocanegra.com/2015/03/10/gregorio-samsa-un-sicario/
https://autotomiarelatos.wordpress.com/2015/03/10/ejercicio-literario-transformar-la-metamorfosis/
http://laratagris.com/2015/03/09/la-trasnmutacion-la-metamorfosis/
http://relatosmagar.com/relatos-2/el-estancamiento-de-como-un-hombre-se-convirtio-en-garrapata/

3 comentarios:

  1. Un salto a la realidad más cruda. Buena aportación. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias. Un placer tenerte por aquí.
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  3. El final me ha impactado. Me alegra descubrirte.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar