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lunes, 22 de junio de 2015

Pasión y 5 historias de los exquisitos.




«Este es el pedazo de excremento más interesante que he visto.
A su manera, es más valioso que las joyas de la corona.»
(Andrew Jones. Paleoescatólogo, refiriéndose al coprólito de Lloyds.)






Quienes me conocen sabrán que para hacer este relato me he inspirado en el coprólito de Lloyds como algo objetivo. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, o no.

Capítulo 1º.

             Pus o “carasueño” es un cuarentón fanático del Osasuna —de ahí el grosero y extravagante pseudónimo que le plantaron sus pocos amigos y que ignorantemente acarrea con orgullo—. Roza los cuarenta, y una de las pruebas más duras a las que, como miembro de “los exquisitos”, se enfrentó en su vida fue concursar como reparador de aspas de molinos, aerogeneradores los llaman.
Los exquisitos exigen durísimas pruebas de canto, es fundamental no desentonar, llevar el ritmo, la armonía y saber respirar bien, entre otras cosas.
Nervioso, decidió ingerir, los días previos a la prueba, cantidades industriales de tila, valeriana y huevos crudos, se dice que aclara la voz y así lo recordaba desde que siendo un mocoso de siete años su madre se lo enfatizara cada noche en el cuento de caperucita roja.
El día “X” había llegado, acudió a la cita y todo salió mal, el empacho de huevos fue terrible, la mezcla de relajantes naturales devastadora y la oposición un verdadero desastre. Pero todo esto le sirvió para saber que lo suyo eran las epopeyas, los poetas preclásicos o la épica grecolatina.
A pesar de ser un pésimo cantante había obtenido el carné de camión y el CAP, pero era impensable para él conducir —sin cantar— un camión cargado de aspas de molinos.
Ninguneado por la Asociación de vecinos de su barrio que no quisieron mojarse cuando popularizó su primera “Slam Sesion” siendo vocal de la mesa de vecinos cuando Vicente el charcutero al que ocho días antes le había comprado siete docenas de huevos frescos  y que durante dieciséis meses tuvo problemas con las goteras y humedades producidas por la extravagancia que tiene Pus de orinarse por los rincones de casa, o María la peluquera parlanchina de debajo de casa con la que pasaba aproximadamente cuarenta y cinco agonizantes minutos cada seis meses escuchándola hablar del tiempo, de fútbol o de quienes ella cree culpables del paro, con unas imparables tijeras a escasos milímetros de sus orejas, decidió acudir sin dilaciones al consejo de la ONU para pedir recomendación o lanzarse a morir cantando o en el peor de los casos matando, para ello se presentó ante el Consejo General de la ONU con un ramo de flores y una poesía.

—Estos de la ONU son unos auténticos bastardos, a la mierda con sus falsas misiones pacificadoras y sus cascos azules. El día menos pensado se van a ir a freír pimientos al desierto del Gobi y yo me buscaré otro trabajo pero ahora no me queda otra elección que acudir—, pensó. Improvisó una poesía en un papel reciclado que doblándolo meticulosamente varias veces, se lo echó al bolsillo de su camisa de “txikitero”;

Oh, viajera en el tiempo
tú que entiendes de preguntas;
¿dónde silencias tus pasos?
que caminas desnuda
— ¿Que dónde me escondo, tú me preguntas?—
En la tierra sepulta me disimulo,
donde para seducir al Alba
asoma el musgo.



             Allí en una de las oficinas criaba colesterol su amiguito Gordon, un flamante y distinguido chulo verbenero y prepotente que servía a sus superiores como “encargado de producción”.  Su despacho apestaba a restos de pizzas, comida basura y el suelo era manchas de lefa seca que se acumulaba tras jornadas de ocio y esparcimiento laboral. Aquel esperpento era un pajillero en toda regla, su vida frustración, desengaño y desilusión, el corazón y arterias de aquella bola de sebo debían estar al borde del colapso.  Gordon era poseedor de una extensa y dilatada colección de desastres en su día a día y eso lo vertía en forma de humillaciones y desprecios, sin escrúpulo alguno, sobre los trabajadores que tenía dócilmente manejables bajo su bota en una de las factorías de aerogeneradores con más prestigio de la zona; APRIONA, allí se concentraban la mayor parte de personas desfavorecidas y mansas de la zona muerta y que habían perdido casi todo por el saqueo impune de chorizos de traje y corbata, esos que María la peluquera nunca aludía en sus despectivos comentarios hacia los inmigrantes. Obreros laboralmente sometidos y con cargas familiares que se concentraban durante siete días seguidos a turnos y ritmos inhumanos fabricando aspas de molinos ante las risas de cínicos que, a costa del trabajo de éstos, comían caviar y brindaban con champán.
Se dice que las hipotecas hacen mansos a los obreros, en este caso, los alquileres, la televisión y la incultura crónica también jugaban un papel fundamental en todo ello. Es por eso que el amigo Gordon desahogaba su frustración sobre los obreros de la factoría; humillaciones constantes, chulería y prepotencia eran la tónica del día. El miedo a los despidos jugaba un papel fundamental en todas aquellas vergüenzas y vilipendios.

Buenos días señor Gordon, ¿da usted su permiso?— Por muy “amigo” que fuera, jamás trataba de tú a quien despreciaba y en este caso la desestima era mutua.
Adelante. ¿Qué te trae por aquí cacho de carne?— Contestó Gordon con cara de vinagre sin evitar su tono despectivo, chulesco y burlón.
Sí, ejem… disculpe— Carraspeó—Traigo una poesía que he confeccionado para usted. Es especial porque la he hecho con todo el cariño y desde mi más profundo sentimien…
—Calla cojones!!! — Interrumpió enfurecido Gordon. —Yo aquí soy Dios y se me trata como tal. ¿Qué pintas aquí con esas mariconadas de poesías y mierdas? Sabes de sobra que no me interesa nada perder el tiempo leyendo. Seguro que has venido a pedirme algún favor. Claro como soy Dios debes pensar que voy a estar obrando milagros toda mi puta vida, ¿no? Vaya pandilla de vagos e inútiles que tengo!!—

 Sonriente con ropa de trabajo y escuchándolo todo estaba Peggy sirviéndose un vaso de agua en una de las fuentes de la oficina. Peggy es una choni muy cani que debido a su deficiente nivel intelectual se servía de sus atributos “unpardecojones” como ella afirmaba tener, para colgarse medallas metiendo prisa y miedo a sus compañeros, la mayoría de trabajadores de la ONU le apodaban la cerdita Peggy.

—¿Qué ostias hace esta tipa aquí en la oficina?— Pensó Pus o “carasueño”.
Él cree que este tipo de personajes son morralla que jamás han sabido hacer otra cosa que trabajar de boca, personajes haraganes , egocéntricos y pésimos compañeros,  cuya baja autoestima se ve reflejada en el día a día; juegan a dos bandas, una cara amable a los compañeros y otra clavando puñaladas traperas por la espalda.

—Señor Gordon, permítame dejarle sobre su mesa esta poesía y estas flores que han confeccionado en de la floristería Mateo Morral especialmente para usted.
Mañana será otro día y en la calle, todos iguales.
Que pase un buen día. Y a ti pichona, te digo lo mismo. — Dijo despidiéndose con una sonrisa y saludando girando la muñeca ligeramente.
                                                                                                                                                                                                                  (Manu LF.)



"Bestseller para Insectos comunes, principios sin final.
Acabas de leer la nueva aventura de Insectos comunes. Se trataba de escribir el primer capítulo de un bestseller. El título estaba escogido según las iniciales del nombre de cada uno de los componentes y una tabla elaborada por el Cerdo Venusiano. Existían varias normas al respecto que espero haber cumplido.
A mis compañeros y compañera les toco otros titulos, a cual más loco, disfrutalos:"
Los misterios de los monumentos ridículos Por LaRatagris.
Los crueles postes rojos. Por Benjamín Recacha

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