He hilvanado los ecos de cada monte que
pisé,
he rozado de puntillas las estrellas con
mis dedos,
he hurgado en secretos que yo sólo sé,
he recogido mutismos y rumores,
he bordado con lápiz y papel tus ojos bellos
que desprenden purpurina.
He anhelado comértelo todo, todo.
Como quien de buena mañana saborea
un cruasán, un café
o una rebanada de mantequilla
untada en mermelada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario