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domingo, 26 de abril de 2020

Miro por la ventana y no llueve



Un cielo que llora,
el sol pasa errante y
dos ancianos pasean lentamente.
Salieron juntos de la mano
a ensayar su propia muerte.

Me pregunto si
para romper la flor del destino
de caminar los tejados,
dejaron de mirar por la ventana
y echaron el pestillo.
Respiran, caminan promesas.
Promesas.

Frágil sensación, equilibrio,
tras un tiempo paralizado
cansados de habitar tejados
más destinos crecieron.

– Es el suelo­, abrázame–

Llora un cielo a la infinita paciencia,
riega flores nuevas que dejan tras sus pasos.
Pasa la vida, pasa desmejorada
carencias del corazón
arrastradas por añadas.

Bajo las nubes,
se cierran por segundos
unos párpados cansados.
Hubo un tiempo mejor
como ese cielo.
Quizá, no recuerdo…

–Mira, comenzó la lluvia–

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