el
sol pasa errante y
Salieron
juntos de la mano
a
ensayar su propia muerte.
Me
pregunto si
para
romper la flor del destino
de
caminar los tejados,
dejaron
de mirar por la ventana
y
echaron el pestillo.
Respiran,
caminan promesas.
Promesas.
Frágil
sensación, equilibrio,
tras
un tiempo paralizado
cansados
de habitar tejados
más
destinos crecieron.
–
Es el suelo, abrázame–
Llora
un cielo a la infinita paciencia,
riega
flores nuevas que dejan tras sus pasos.
Pasa
la vida, pasa desmejorada
carencias
del corazón
arrastradas
por añadas.
Bajo
las nubes,
se
cierran por segundos
unos
párpados cansados.
Hubo
un tiempo mejor
como
ese cielo.
Quizá,
no recuerdo…
–Mira,
comenzó la lluvia–
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