Fría,
como la hoja del metal
me acaricias.
Distante,
como un origen sin destino
me piensas.
Suave,
como el peligro
-de vivir de nuevo-
en un poema de Panero
eres.
Eres disimulo,
silbas a un libro sin escribir,
y nunca,
nunca llega el otoño
para ti
ni para mí.
Corre el viento
divirtiéndose
con las hojas,
la agonía volátil
de un verbo;
morir.