Reescribiendo “La
Metamorfosis” de Franz Kafka, forma parte del primer ejercicio que nos
hemos marcado dentro de un recien inaugurado grupo literario llamado “Insectos Comunes” y cuyo Blog estará disponible en unos días así
como en formato de revista digital.
El ejercicio debe mantener el mismo número de palabras, el
mismo número de frases, los mismos nombres propios y verbos (aunque varíe el
tiempo).
Cada uno a su forma ha transformado al personaje como más le
ha gustado. En mi caso, he convertido a Gregorio Samsa en un agonizante marine
americano que prueba en Hebrón su propia medicina. El resultado empieza así;
Era domingo, la noche había sido dura. Gregorio Samsa despertó convertido
en una piltrafa humana. Estaba echado boca abajo en aquel mugriento suelo y queriendo
alzar su cuerpo, vio sus brazos engomados al tronco, arrugados y sin manos. Sorprendido
por lo que vio quiso alzar la voz, sólo pudo ver sus babas escurrirse hasta el
suelo. Nerviosismo, ansiedad, en su cabeza se agolpaban vaporosos los recuerdos
agitados de excesos por la noche pasada.
— ¿Qué me ha ocurrido?
Podía estar soñando. Una de las ventanas tenía la persiana destrozada dejando
pasar un haz de luz. Éste vislumbraba un enorme charco pastoso desparramado por
el suelo, y donde antes colgaba una
hermosa lámpara árabe tradicional ahora sólo se reconocían tres mustios cables
maltrechos. Su cabeza giraba, todo a su alrededor giraba, Gregorio se mostraba
envuelto en una nebulosa constante y un misterioso pitido esgrimía aquel eterno
momento en el que el tiempo parecía haberse ocultado para siempre.
Trató sin éxito mirar su
muñeca, desconocía la hora y aquellos extraños sonidos que continuamente repiqueteaban
le hacían sentir completamente desconcertado, confuso, desorientado. Olor a
orines.
«Increíble—pensó—; ¿Quizá sigo durmiendo, he olvidado despertar? Esto es
una puta locura». Gregorio echó en falta a su esposa y a Rebeca, su hija adoptiva.
Desorientado imaginó que quizá estarían dormidas en su cuarto y aceptó la
posibilidad de dejar caer los párpados. No se esforzó en mantenerlos abiertos y
volvieron a quedar cerrados. La idea de intentar mantenerse despabilado cesó
cuando, somnoliento, notó una sacudida acompañada de un estridente sonido que
agitó todo aquel inmundo suelo sobre el que se encontraba tirado. Entonces, la
persiana destrozada terminó cediendo.
— ¡Yo no he elegido esto! —Murmuró sin fuerzas— ¿Qué está pasando? Miró la
ventana. El cielo pajizo que vislumbraba, le recordaba a las tormentas de arena
que tanto le habían hablado sus compañeros mientras cumplían órdenes a cuarenta
grados a la sombra; «—aquí somos mutantes, nos volvemos locos, puedes ser una
bestia con sed de sangre, sangre ajena, ya sabes: excitación, tu adrenalina se
dispara y bum, bum…—»
Intentó arrastrarse, estirando una pierna y a la vez el tronco, pero tuvo
muchísimo dolor, vio la postura antinatural que habían adquirido sus piernas y
sin poder retirarlas gritó con todas sus fuerzas, la garganta le rascaba debido
al ambiente cargado de aquel extraño amarillo que producía asfixia y angustia,
aquellos continuos ruidos ahora parecían silbidos.
Podía pasar que Gregorio Samsa tuviera un regreso breve y corto a EEUU,
allí viven su esposa y Rebeca. Si ocho meses antes no hubiese marchado a Israel
hoy dormirían juntos, mañana madrugarían juntos, hablarían desayunando cereales
y no tendría que tachar palitos en el casco de marine; sus encuentros en Hebron.
Todo hace que fuese menos reprochable y sin embargo Gregorio creía estar con
los pies en el suelo. Habría pensado en levantarse del mugriento suelo pero,
viendo que se cae, Gregorio trata de sentarse apoyándose en la pared. De su
barriga salen tripas, se acerca y les habla. Les hubiera dicho que mejor se
queden dentro pero sus fantasmas se reúnen para recibirlo; —Oye, hora de irse—.
—No, tengo cosas que hacer—.
Has pagado con la misma
moneda chico. Las órdenes eran estrictas; no abandonar el Merkava. Sólo a ti se te ocurrió entrar en una
vivienda de civiles palestinos antes de ser bombardeada por compatriotas
americanos.
¿Sería justo despedir con
funerales de estado a piltrafas?
http://benjaminrecacha.com/2015/03/09/reescribiendo-la-metamorfosis/
http://josebocanegra.com/2015/03/10/gregorio-samsa-un-sicario/
https://autotomiarelatos.wordpress.com/2015/03/10/ejercicio-literario-transformar-la-metamorfosis/
http://laratagris.com/2015/03/09/la-trasnmutacion-la-metamorfosis/
http://relatosmagar.com/relatos-2/el-estancamiento-de-como-un-hombre-se-convirtio-en-garrapata/
Un salto a la realidad más cruda. Buena aportación. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Un placer tenerte por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo!!
El final me ha impactado. Me alegra descubrirte.
ResponderEliminar¡Saludos!