Fotografía: Charlotte Grimm (@espiritconfus) |
A veces subo recordando a mis amigos,
caigo en su morada como cae la lluvia.
En mi tranquilidad y sosiego
cargo en la mochila pesadas piedras
(las cogí de saldo en la ciudad),
recogidas con mucho cuidado,
escogí las que nadie quiere
y las observé,
con mimo les saqué brillo para apelar al sol.
Sonrío.
Hoy salen los caracoles
y me reciben alegres,
con aromas de hinojo
y petricor.
Yo les devuelvo mi mejor sonrisa
y sigo el camino hacia la cima.
Arriba, espirales de viento
sirven de cálidos abrazos.
Ni siquiera recuerdo ya su nombre.
Oh, montaña,
todo es tedio en tu morada.
Imagino un largo abrazo
caer pulverizado aquí,
por tu abismo,
y si queda después algo de mí,
que me recoja el viento
y me siembre
convertido en recuerdos,
envuelto en espiral
de amor
y siempre,
siempre
de silencio.
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