Me dicen que
el amanecer
es eso.
Un montón de
hojas elevándose
hasta quedar
nuevamente adheridas
al árbol del
que cayeron.
Todo estará del
revés pero en su sitio,
bien
situado.
Cuando el
frío del verano sea esencialmente caluroso
los poros de
mi piel supurarán estalactitas de hielo,
un hálito fresco
se colará por mi boca
y los días
ya no serán largos sino breves.
Vagaré por
segundos en la eternidad;
del camino de
Sierra Maestra al Alto Volta,
del espíritu
de Ernesto Guevara
a los
discursos de Sankara.
¡Ya lo creo
que sí!
Pero cuando
despierte
los
manicomios se llenarán y
todo volverá
a ser artificial.
Por eso
siempre anhelo
mis sueños
al amanecer.