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lunes, 28 de marzo de 2016

Morir en verano.



El verano está llegando,
lo intuyo,
lo huelo de lejos.
Ausculto estaciones,
brisa, sol, matices y olores.
Y lo siento tan cerca,
tan cerca y tan lejos está
que el recuerdo de aquel verano muerto
que tanto te odié
cae por mi rostro
acuoso entre salitre de mar.


Reviven las mariposas muertas
que un agosto en mi estómago
dejaron de existir
y ahora, vigorosas,
dan vida a mi burbuja.

¿Y qué quedó de aquel verano?
Los árboles del parque
que portan grabada, con sinceridad,
el efecto imantado de dos corazones
que tres mil días se amaron
y en noventa y siete segundos se rompieron.

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