Documento identificativo de Miguel Hernández |
“Sol a sol y luna a luna
pesan sobre nuestros huesos”.
Miguel Hernández. 1910-1942
Había comprado
un puñado de ellos.
Era un sábado de esos tontos
un sábado de febrero.
Dicen que en febrero
no hay lirios,
quizá,
pero yo compré
un puñado de ellos.
Los primeros,
dijo la dependienta
y nos despedimos
con un beso.
Fuimos juntos
al colegio.
En el teatro
ella hizo de
Doña Pito Piturra
y yo suspendí.
Para ser sábado
la mar estaba brava,
las palomas del parque
comían de la mano
del anciano.
El parquin estaba vacío
y yo andando llegué,
con un puñado
(de)lirios en la mano
y pensando en Miguel.
Cuando entré
ya no olía a mar
sino a ciprés.
Y allí le busqué
y allí le encontré.
En el mismo sitio
que lo dejaron
cuando partió.
Y envuelto por la paz del lugar
me puse a hablar
y ni recuerdo qué le conté.
Allí deje un puñado (de)lirios y,
con mis ganas de oler el mar,
qué triste me marché.
Cambié el olor
de aquellos alargados árboles,
pero a mi tristeza conmigo arrastré.
Y en el límite entre el mar
y la tierra,
allí sentado me quedé.
Estar tanto tiempo
rodeado de muertos
quizá me sienta mal,
(pensé).
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