Ilustración; Miles Johnston |
Un epígrafe escueto para un verso enrevesado;
una piscina convertida en pista de baile
para aprendices danzarines que no saben nadar.
Un cuadro de Goya que bien refleja
a dos ninis -de los de ahora-
machacándose
a garrotazos,
y ciento cincuenta móviles
grabando el espectáculo.
Escueto.
Como atrincherado en mi introversión,
como un sucedáneo de sonrisa.
Escueto
me confundo entre canciones.
Y en mi estado comatoso;
escueto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario